HISTORIAS DE NUESTRA GENERACIÓN

lunes, 11 de agosto de 2008

El aroma

Bajé con ella a la calle y la acompañé hasta su coche. Esperé a que arrancara y la seguí con la vista hasta que desapareció. Me quedé ahí de pie, en medio de la acera, contemplando la calle vacía. Miré mi reloj. Eran las dos y media de la mañana. Había perdido la noción del tiempo por completo.
Notaba que aún, a esas horas, seguía haciendo calor.
Subí al piso y fui directo a la cocina. Me bebí varios vasos de agua fría y entoces lo olí. Acerqué mi nariz a mis brazos y ahí estaba. Era su aroma. Lo tenía por mi cuerpo. Y entonces me dije que eso fue lo mejor de todo. Aún seguía estando con ella aunque no fuese físicamente.
Debí de quedármelo cuando nos abrazamos en la cama.
Y a la cama es donde volví. Mirando el sitio donde ella había estado antes. Recordé cuando le acariciaba su pelo. El color de su pelo era el color del sol de otoño. Recordé cuando me acerqué a su cuello y olí por primera vez su fragancia, su aroma, su olor corporal. Y entonces suspiré y volví a poner la música que puse con ella, jazz, Miles Davis. Sonreí cuando recordé que antes le puse otra música y se dio cuenta que no era la apropiada para la situación y me invitó a cambiarla.
Escuchando la música, cerré los ojos y pensé en ella, me dormí con ella y soñé con ella.

1 comentario:

El Secretario dijo...

Hola de nuevo.

¿Hubo aromas en el sueño?

Abrazo aromático (pero menos...)