Hace tiempo salí con una chica que era muy fea. Se llamaba Mariela, medía un metro y setenta centímetros y pesaba noventa y cinco kilos.
Cuando salíamos a pasear por las calles de Barcelona siempre nos encontrábamos con gente que se la quedaba mirando y arrugaba la cara. Lo mismo cuando íbamos al cine, la gente no quería sentarse a nuestro alrededor. Mejor para nosotros, así nos dábamos el lote sin molestar a los vecinos.
Tenía una nariz chata como la de un cerdito, unos ojos brillantes y hermosos como dos estrellas, unos labios que sabían a melocotón y una piel que olía a brisa de mar.
Mis amigos se quedaban a cuadros cuando nos veían. No entendían qué hacía yo con una chica tan fea. Me decían que la dejase y que ellos ya me presentarían a otras mujeres con mucho mejor tipo y guapas. Yo les decía que no y ellos me preguntaban por qué. Yo les contestaba que lo maravilloso de esa chica es que era una máquina de hacer el amor. Te quitaba la ropa en un plis plas, te cogía por todas partes, te ponía abajo, arriba, te movía de un lado a otro, debajo de la cama, encima del armario…. Sabía lo que hacía. Yo no tenía sexo con ella, yo tenía un sexazo con ella. Y después de todo, cuando yo ya estaba totalmente agotado, me hacía unos masajes im-presionantes, y no precisamente con las manos…..
Cuando contaba esto a mis amigos sus ojos se ponían como platos y se quedaban con la boca abierta.
Estuvimos saliendo un año y tres meses. Lo dejamos porque ella quería casarse y crear una familia y yo no estaba preparado para eso. Ella necesitaba un hombre que pensase como ella, que también tuviese ilusión por crear una familia y que le gustasen los niños.
Estos días de semana santa los he pasado en Sitges con parte de mi familia. Ayer domingo, cuando salía a dar una vuelta con mi sobrino Javier que tiene once años e íbamos hacia el puerto, me encontré con Mariela. Nos dimos un abrazo muy fuerte y dos grandes besos en las mejillas. Estuvimos charlando sobre qué tal nos iba todo, nuestro trabajo, la familia…. No le pregunté si estaba saliendo con alguien y ella tampoco lo hizo. Después nos despedimos.
Mi sobrino me preguntó que quién era y yo le dije que fue una antigua novia mía. Mi sobrino se quedó pasmado
¿Esa niña tan fea era tu novia? Buagggg
Yo le dije que tampoco era para tanto. Está claro que no le podía explicar lo del sexazo y lo de los masajes.
Cuando regresábamos a casa, el sol se ocultó y empezaron a salir las primeras estrellas. Yo las miraba y me recordaban a los ojos brillantes y hermosos de Mariela.
5 comentarios:
Si las estrellas te recordaron sus ojos, no sería solo "sexazo".
¡Cuánto desaprovechamos en la vida solo por el aspecto! ¿No crees?
¡Vaya cambio de registro! Me extraña que te justificaras ante tus amigos simplemente por el sexo que tenías con ella. Además, cuando te llena tanto el sexo con tu pareja, lo último en que uno piensa es en contarlo a sus amigos. Como dice Silvia en el anterior comentario, seguramente no sería sólo "sexazo", aunque a tus amigos les deberías haber contado otras virtudes no tan físicas ni tan íntimas.
Es que la pasión además de ciega es incomprendida.
Ei Alfonso!!!!
Creo que el sexazo no dura tanto tiempo...hay otras cosas que te llenan a parte de eso,no??
A parte, parece que guardes un grato recuerdo...
El físico de tu pareja sólo te sirve puertas para fuera...puertas para dentro es otro mundo...Cuando compartes tus intimidades con alguien, cuando una sonrisa te hace feliz, cuando un sms te hace sonreír...en lo último que piensas es en los kilos, el entrecejo, la calvície, esa peca peluda tan desagradable ...que puede tener la persona que tienes delante.
Así que no me creo para nada tu historia de sólo sexazo!!!!!!!
Besosssssss
El sexo NO es todo lo que una persona necesita para sentirse como persona. Si te obsesionas demasiado, tu alma se queda exprimida. Es como si en una ruleta apuestas todo el rato al 5. Acabas perdiendo porque nunca sale el puto 5.
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