A los dos días de llegar a Ibiza, conocí a un chico que después de varias salidas nocturnas con cenas, copas, bailes y por supuesto, polvo de madrugada algo descafeinado y sin mucha excitación, me confesó que él fue uno de los más grandes artistas de este siglo veintiuno. “¿Qué tipo de artista?” le pregunté. “Era fotógrafo.” Me dijo.
Yo no estoy muy puesta en el mundo de la fotografía, ni tengo ni idea de quiénes son los más famosos. Si os soy sincera, a mí este comentario me pareció algo absurdo. Me pareció una trola, algo que decir después de un polvo, para querer impresionarme.
Bueno, esto no lo contaría si no fuese porque el chico, el día antes de volverme a Barcelona, cogió una buena melopea y borracho como una cuba, decidió ir a nadar al mar y ya jamás se le volvió a ver. A mí cuando me lo dijeron me quedé de piedra. La policía le declaró desaparecido y yo decidí posponer, unos días más, mi viaje de vuelta.
Él se llamaba Alenpoi Hrocvak y era de Malta. Fui a ver a la comunidad maltesa de Ibiza para que me explicasen cosas de él. Por supuesto que le conocían, ellos y los casi trescientos mil habitantes de Malta. Alenpoi empezó a trabajar de fotógrafo en el diario local de Msida, ciudad al oeste de La Valletta. Un año decidió irse a Londres de vacaciones y ahí es donde empezó su éxito. Pero hay que recordar que su éxito fue efímero. Es cierto que obtuvo el mayor reconocimiento artístico mundial que ha recibido un fotógrafo, pero todo acabó de la noche a la mañana.
Ya no pudo crear más obras de arte con su cámara. Se vio absorbido por su éxito que le fue imposible seguir haciendo fotografías. Le fue imposible superar a esa fotografía que le lanzó a la fama.
En el año 2004 el New York Times declaró que jamás en la historia había existido una cosa semejante. Su obra fue expuesta en la Tate Gallery de Londres, en el Centre Pompidou de París, en el MACBA de Barcelona, en el MOMA de New York, en el Nacional de Buenos Aires, en el Asian Civilisations Museum de Singapur y muchos más que ya ni me acuerdo. Pero como ya he dicho, fue efímero su reconocimiento. Alenpoi decidió no hacer más fotografías y ya nadie más habló de él. Quiso aislarse y se fue a Ibiza. Consiguió un trabajo en el bar de un hotel, en el hotel donde yo me alojaba.
Me ha costado mucho, pero he conseguido una copia de su fotografía. El título que le puso fue atardeceres interiores. Espero que os guste.
Mando un saludo a los amiguetes de este blog, que aun siguen de vacaciones. Por cierto, el amigo de Irlanda, gracias a los aldeanos del pueblo en donde está viviendo ya ha aprendido a pastorear ovejas y a hacer whisky irlandés casero. Confío en que no pierda el oremus....
Saludos,
Abril