HISTORIAS DE NUESTRA GENERACIÓN

miércoles, 30 de enero de 2008

A sólo catorce kilómetros...

Vivimos en un continente y país pobre, en una región desértica, en un pueblo sin agua…..
Éramos cuarenta y ocho habitantes. Nos sentíamos desdichados por que no había una salida a nuestra desgracia. Nuestro país era un desastre. Después de que se fuesen nuestros colonizadores, nos dejaron lo peor de la clase política. En vez de crear una democracia e implantar derechos civiles y humanos, se volvieron tiranos y corruptos. Nos abofetearon en la cara, nos dieron órdenes y nos “encadenaron” de pies y manos.

Y aquí nadie hizo nada para salvarnos. Otros, se limitaron a matar a los que estaban en el poder para ponerse ellos en su lugar y seguir gobernando de la misma manera, tiranizando al pueblo.

Matar a otros humanos no resuelve nada.

Harto de todo, decido empeñar todos mis escasos bienes para poder pagar un viaje al otro continente. Ese que todos hablan y que le llaman el de la esperanza. Me llevo a mi familia conmigo. Quiero que mis hijos crezcan con dignidad y que tengan un futuro próspero. Queremos encontrar trabajo, ganar dinero, poder comer…..

Mañana salimos desde la playa. Seremos veintiocho personas. Iremos en esos barcos de pescadores. Menos mal que la distancia no es muy larga, alrededor de catorce kilómetros.

Por fin llegaremos al continente del hombre negro.

África.

Ahí nos ayudaran. Nos darán trabajo y nos pagarán por ello. Le digo a mi hijo que no sufra, por si ve que es rechazado por el color de su piel. Aunque nosotros seamos blancos, esa va a ser la única diferencia entre ellos.
Da igual donde empecemos a trabajar. Me han dicho, que siempre nos colocan para el servicio de la limpieza, de paleta o en el campo. Bueno, todo trabajo es digno de hacerlo y si te pagan, mucho mejor. Yo sólo quiero comer y dar de comer a mis hijos.

Por fin nos iremos de este continente, Europa, para no volver nunca más. Ojalá encontremos la prosperidad en África y podamos quedarnos para siempre en el continente negro.

Escrito por el de Barcelona

sábado, 26 de enero de 2008

¿ Dónde está el busto de Jim Morrison?

Hoy empiezo la mañana hablando por teléfono con mi amigo Joan. Me comenta que tiene que comprar un regalo para una amiga suya, que hoy es su cumpleaños. Le sugiero que le regale un libro. Luego pensamos en otras cosas. Concluimos que esto de hacer regalos es complicado; tanto si es para una chica como si es para un chico. Como conclusión decidimos que es mejor celebrar los cumpleaños sin regalos, así evitas que la gente tenga que pensar qué regalo va a comprar este año. Es muy importante no repetirse y no caer en los tópicos.

Mientras hablo con él, me preparo el desayuno. Hoy me decanto por los cereales. Lo que más me gusta es mezclar tres o cuatro tipos de cereales en un mismo bol. Suelo comprar de tipo All Bran, naturales o con sabor a yogur, chocolate; los tipo müesli o del tipo copos de maiz,como esos del gallo Kellogg´s. ( A mi primo Nacho le encantan estos últimos)

Después hablo con mi sobrino Javier, que tiene once años, y quedamos para ir esta tarde al cine a ver la película de Mortadelo y Filemón.

Pongo la radio mientras me ducho. Escucho RNE radio 3. A las diez de la mañana empieza un programa que se llama Mundo Babel. Lo hacen los sábados y domingos. A parte de hablar de música, también hablan de otros temas como ciencia o internet.

La primera vez que escuché el programa, hablaban de los blogs escritos por mujeres. Invitaron a lamaladelapelícula, labuenadelapelícula, gina y mujeres tic (espero que no me haya olvidado de nadie más)
Fue un programa estupendo y me animó a dar el último paso para crear este blog (junto con Nacho y Andreu)
En un momento de la entrevista alguién dijo una frase que al final se quedó como resumen del programa. La reproduzco con permiso de las invitadas: "Las mujeres son de Linux y los hombres de Windows"

Después de ducharme, me visto y me siento animado para escribir en el blog. Mientras escribo lo que leéis, llama mi hermana por teléfono. Charlamos un rato. Ella vive en Francia. Comentamos la estafa de un agente de Bolsa al banco Société Général, menudo marrón.

Acabo comentando, que esta semana nos hemos enterado del fallecimiento del actor de cine Heath Ledger con sólo veintiocho años de edad.
Jim Morrison, cantante de los Doors, también falleció a esa edad, en el año 1971 en París.
Está enterrado en esta ciudad, en el cementerio de Père -Lachaise. Su tumba se ha convertido en un centro de peregrinaje para fans suyos y turistas en general (como yo).

En el cementerio de Pére- Lachaise está enterrada gente como Balzac, Chopin, Edith Piaf, Oscar Wilde........ y sólo la tumba de Jim Morrison, es la única que está custodiada las veinticuatro horas del día. Quieren evitar que los fans incondicionales, organicen fiestas en ella, en honor a él o se lleven la lápida. (Antes había un busto de Morrison y en los noventa lo robaron.)

Escrito por el de Barcelona

domingo, 20 de enero de 2008

Como un relato de Paul Auster...

Eran las 2:23 am cuando encendí el último cigarrillo Winston que me quedaba en la cajetilla. Me acerqué a la ventana y me puse a contemplar los pocos coches que pasaban por la calle.
De repente sonó el teléfono. Di la última calada al cigarrillo, lo apagué en el cenicero y descolgué el teléfono.
- ¿Dígame?
- ¿Es usted el librero?
- Bueno, yo sólo trabajo en una librería. Eso no significa que tenga que ser librero.
- Pero usted vende libros ¿no?
- Sí, pero ceo que el librero es el dueño de una librería…
- ¿Usted se llama Marcos Garcel?

Ahí fue cuando me empecé a mosquear.

- ¡Me quiere decir, de una puñetera vez, quién coño es usted y que quiere!

Entonces me contó su historia…

- Perdone. Intentaré explicarme lo mejor posible. Hace 2 años me enviaron un paquete a mi casa y acto seguido recibí una llamada por teléfono, como la que usted está recibiendo ahora. Me dijeron que guardase el paquete y que al cabo de 2 años, cuando fuese las 2:35 am le llamase a usted para entregárselo.
- ¿Le dieron mi número de teléfono?
- Así es.
- ¡¿Quién?!
- No me lo dijeron.
- ¿Ha estado guardando ese paquete todo este tiempo sin saber qué era y encima para entregarlo a una persona desconocida?
- Sí
- ¡Pero usted no preguntó nada!
- No me dieron respuesta a estas cosas.
- ¿Me está tomando el pelo?
- No. Mire, le llamo desde el teléfono del bar que está enfrente de su casa. Creo que se llama “Marcel”. Si usted quiere yo subo a su piso y le entrego el paquete o viene donde estoy yo y aquí se lo entrego.
- Prefiero ir donde está usted.
- Por cierto….. no se preocupe por los cigarrillos.
- A qué se refiere
- Que si se ha quedado sin cigarrillos, no se preocupe, aquí venden Winston.

Dirigí mi mirada hacia la cajetilla. Efectivamente estaba vacía. Cómo demonios sabía aquel hombre esto. Esto no podía ser real. Esto era más propio de un relato de Paul Auster (cómo se llamaba ese libro…. ¿Ciudad de cristal? ¿Fantasmas? ) o de alguna película o para un blog de esos….

- ¿Usted cómo sabe esto?
- Porque me lo dijeron. Me comentaron que a lo mejor usted necesitaba de sus cigarrillos y que escogiese ese bar porque ahí los vendían.

Me puse unos zapatos y salí corriendo a la calle. Llegué al bar y ahí estaba aquel tipo del teléfono con mi paquete debajo de su brazo…….
…..
…..

Esta historia se puede continuar con una trama hacía delante o hacia atrás………
Escrito por el de Barcelona

Propósito 2: Celebrar el ritual de ir al cine

Propósito 2. Hoy por hoy, podemos bajarnos las películas que queramos en nuestro ordenador y verlas con una calidad ínfima. Esto es la orden del día. Pero mucha gente cree que lo importante para estar en la onda es tenerlas. Coleccionarlas. El consumismo puro y duro. Tener una gran videoteca, o dvdteca, o llamarle como se quiera, es lo que te marca en la sociedad. Cuanto mayor sea tu colección de películas almacenadas en las estanterías o en el disco duro de tu ordenador, vas subiendo peldaños en tu categoría social. Hemos entrado en una espiral de consumo que nos va a costar salir. Todo ello ha comportado grandes pérdidas de asistencia a los cines en España.

La experiencia de ir al cine no tiene precio. Es un ritual que se está perdiendo y deberíamos recuperarlo. El problema es que lo que está sustituyendo a este ritual de salir de casa para enfrentarnos a la experiencia de la película en una sala de proyección no mejora la calidad de la vivencia. Al contrario, no nos aporta nada.

Desde aquí, me gustaría que la gente que sinceramente le gusta y cree en el cine, continúe aplicando estos rituales lo más habitualmente posible. La frecuencia de la asistencia a las salas debería depender de la pasión que tengamos sobre el medio y, sobretodo, de nuestro tiempo y nuestro bolsillo. Pero esto es otro tema. No hay nada como salir de casa, gozar del aire libre y llegar al cine y hacer cola. ¿Cómo? ¿Que no os gusta hacer cola y preferís comprar las entradas por Internet y ahorraros la cola? Bueno, ese es vuestro problema. Aunque a veces suele ser el mío porque la pareja de delante mío siempre se lleva las últimas entradas de la película que anhelo ver. Pero a parte de este contratiempo, creo que hacer las colas en los cines es muy interesante. Y a la vez una buena experiencia. Quién no ha escuchado en la cola los comentarios cinéfilos de la gente que está haciendo cola como tú, los entendidos del cine que se creen más entendidos que nadie. O las dudas y posteriores respuestas que se dan entre colegas sobre la elección de una u otra película. Es muy divertido. Y siempre puedes sacar algún nombre o dirección o título o anécdota interesante con los que agrandar tu saber sobre la película.

A parte de este ritual, lo bonito de vivir la película en una sala de cine es la experiencia. Gozar y entrar en la película en una pantalla que nunca podrás tener en casa es único. Los cinéfilos saben de lo que hablo. El cine en casa ha cuajado muy bien, pero la vivencia no es la misma. Es más útil para analizar segundas y terceras veces las películas, pero la experiencia primera debería ser siempre ante la proyección en cine.

Otro día ya hablaremos de las versiones originales y las versiones dobladas, porque también tiene mucho jugo el poder escuchar a tus actores favoritos con todos los matices de la interpretación. Cada uno que elija sus preferencias y que entre en la sala de cine a ver películas. Luego, que compare las experiencias de vivirla en el cine, o intuirla en una pantalla de ordenador a baja calidad. ¡Qué grande es el cine! ¡Cuanta variedad de vivencias!


Escrito por Andreu Pérez Pons