HISTORIAS DE NUESTRA GENERACIÓN

domingo, 28 de septiembre de 2008

El abandono

Fue sólo un momento. Un simple momento. Y ocurrió. Tuvo que pasar y no pude evitarlo. Juré que jamás iba a volverle a ver, a dirigirle la palabra, pero tuve que enviar a la mierda ese juramento cuando le tuve que decir hola, yo estoy bien y tú qué tal. Genial Araceli. Eres genial dando coba al tío que te dejó.

Cómo empiezo esto; pues estoy en el pasillo de los lácteos del supermercado. Justo iba a coger los yogures bio sabor kiwi que me encantan tomar por las noches y zas, le veo, es él. Y ahí está de pie, delante de mí. Me quedo parada con los yogures en la mano, está mirándome y yo le miro. Me dice hola, que cuánto tiempo, (a qué viene esas dos palabras. Cuánto tiempo de qué, ¿el tiempo que ha pasado desde que tú me dejaste?) que cómo estoy. Y zas, ahí estoy yo diciéndole, bien y tú que tal. Me prometí no dirigirle la palabra nunca más y soy tan idiota que en el último momento rompo mi juramento. No creo que sea la chica fuerte que pretendía ser.

Joder, cómo crees que voy a estar, quieres que te diga la verdad, yo pensaba que me querías, que me amabas. Me entregué a ti, me sacrifiqué y cedí por ti. Yo te amaba tan profundamente. Y tuviste que irte. Te fuiste sin más, me abandonaste. Cómo pudiste hacerlo. Me partiste el corazón. Insensato. Te di todo el tiempo del mundo, no te quise agobiar con el tema de irnos a vivir juntos. Yo te esperé. Yo te esperé porque tú mismo me lo pediste. Y un día se te ocurre cogerme de la mano, a ti que no te gustaba hacerlo nunca y ese día lo haces y yo ilusionada creo que me estás diciendo que me quieres y me besas y me dices que me deseas. Y luego ya está, de la noche a la mañana me sueltas el discurso, que ya no me quieres, que has dejado de sentir algo por mí y te largas, me cuelgas el teléfono sin dejarme decirte nada. Por qué tanto tiempo en mi compañía, sabiendo lo que sentía por ti, por qué estabas conmigo, qué hice mal. Creo que me esforcé mucho para demostrarte que yo te quería de verdad.

Bueno, que ahí estaba yo, con los yogures, el supermercado, él mirándome y hablándome y yo sólo le veía mover los labios. Todo a mí alrededor se enmudeció. Estaba paralizada, recordando el pasado, mi pasado con él.
Y al final vuelvo a tener constancia de dónde estoy y me dice que adiós, que me cuide. Y yo ya no le digo nada. Me alejo de él y me alejo de todo el mundo. Me voy corriendo. Y corro sin echar la vista atrás. Alejarme del pasado, olvidar para no sufrir.

Y entonces es cuando dejo de correr y me encuentro… ligera. Ya no tengo mis yogures ni las demás cosas que había comprado, giro a mi alrededor y no las encuentro, pero… pero un momento…. Le vuelvo a ver a él con una mujer, cogidos de la mano… esa mujer… esa mujer, no puede ser…soy…yo. Qué está pasando. Miro las estanterías, los pasillos del supermercado, la gente que compraba, ¡todo era real! Y yo me veía ahí con él, por qué. Quiero acercarme y no puedo… y después se hace todo oscuro.

Y tan oscuro que cuando abro los ojos me encuentro en mi dormitorio. Estoy en la cama. Esto si que es la realidad. Ha sido todo un sueño. Qué raro, llevo soñando con el cajero del Lidl varios días seguidos como si estuviese enamorada de él y sufriendo del corazón porque me había dejado. Es asombroso. Sueño con un tío que es cajero de súper y encima es el hombre más feo que he conocido en la vida. Cada vez que voy a comprar algo al Lidl ahí me lo encuentro y me da una grima total. Cuando se pone en la caja es que nadie va dónde está él. Nadie quiere mirarle. Yo un día, porque tenía prisa, tuve que ir a su caja. Qué mal lo pasé. Lo feo que era, no podía ni mirarle y oía el bip bip bip de cuando pasaba los productos por el lector y su pelo graso le tapaba los ojos y le caía sudor por la nariz y yo sufría por su asqueroso grano de la barbilla a punto de explotar y me iba a dar un patatús si llegaba a reventar y alcanzarme en la cara…

Bueno, acabo ya de escribir esto que he quedado y llego tarde.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Los amos del mundo

¿Quién prefieres que gane: Obama o McCain? Esa será la pregunta que nos plantearemos todos durante los siguientes meses hasta que se decida quién será el nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Aunque no podamos votar a ninguno de los dos candidatos, existe una fuerza inexplicable que nos hace sentir cercanos a los hechos que allí ocurren. Y explicaré por qué.

Debido a la fuerza política y social que los USA ejercen en el resto del mundo, desde que era pequeño siempre he creído que su presidente era el amo del mundo. Era la persona más poderosa e influyente de todo el planeta. Por suerte, esa impresión ha cambiado a medida que he ido creciendo. Ahora sé que aunque salgas elegido como Presidente del Mundo, siempre hay alguien que manda más que tú.

Leyendo el libro 'Monstruos Modernos', de Jordi Costa y Darío Adanti, encontré una explicación de Jerry Seinfeld en uno de sus monólogos que ejemplifica lo que quiero contar:

"En mi bloque, mucha gente saca a pasear a sus perros y siempre les veo salir con sus pequeñas bolsas para excrementos en la mano. (...) Si los extraterrestres nos estuvieran mirando con telescopios, pensarían que los perros son los líderes del planeta. Si tú ves dos formas de vida, una de ellas defecando y la otra recogiendo lo que la primera ha defecado... ¿quién asumirías que manda?"

Creo que queda claro hacia dónde quiero ir. Hoy en día, por mucho estatus, por mucho poder que tengas, siempre habrá alguien que vivirá mejor que tú, el rey de la casa. Hasta el punto que le compraremos ropa y sus complementos para salir a la calle, y le dejaremos estar todo el día apoltronado en el sofá 'sin hacer nada'. Ellos son los verdaderos jefes del mundo, y como tales hay que cuidarlos y mimarlos. Se lo merecen.


Escrito por Andreu Pérez Pons