HISTORIAS DE NUESTRA GENERACIÓN

jueves, 24 de julio de 2008

Una que se estrena

Lo primero de todo agradecer a esta gente de este blog por dejarme entrar aquí a contar lo que me apetezca.

Mi nombre es Abril. Siempre me ha encantado leer historias de todo tipo. Aquí hay un enlace a otro blog contadores que está genial, sobretodo las historias argentinas. Bueno, lo que quiero decir es que yo leo de todo y mucho y al final que me he dicho, anímate Abril y escribe algo en el blog. Porque yo creo que toda esta gente que tiene blogs es por que les gusta escribir, son como yo.
A mi me apetece empezar por una anécdota que me ha contado una amiga mía. Se llama Marta y eso que nos cuenta que el otro día la invitó a cenar su amigo Sergio. Después del primer plato le suelta que lo que él querría era acostarse con ella para ver si son compatibles o no. Si congenian de verdad entre los dos, que él no quiere esperar a buscar una amistad y luego un romance, el quiere ir al grano.
Marta desde luego no entiende nada. Él le suelta que es lo que piensa de verdad sobre ella y le es sincero. La mayoría de los hombres piensan así, mujer que le gusta lo primero que quieren es acostarse con ella. Ella le contestó que no, por supuesto. Que se olvidase de esas cosas.
Yo le pregunté si continuó cenando con él o se dio el piro. Continuó con él pero se arrepintió. El muy idiota se había olvidado la cartera y tuvo que pagar ella la cena.
Un idiota integral.

Bueno, En el fondo es un buen tío. No me gustaría que lo juzgaseis por lo que os acabo de contar. Al día siguiente la llamó por teléfono y la pidió disculpas. En cuántas situaciones parecidas a ésta nos hemos podido encontrar las chicas.

Por cierto, querría hacer un comentario sobre la entrada anterior de La ciudad más bonita. La narración muy “tarantina”, pero me gustó porque hacía alusión a que se ha creado un videojuego de violencia ambientado en la ciudad de Barcelona y eso es una auténtica sorpresa para la gente que vivimos en esta ciudad.
Para el lector/a que hizo su comentario y después fue “reprochado” por uno de los del blog, por su alusión a la inmigración como causa de violencia. Por favor no digas que aquí se te censura porque todavía puedo seguir leyendo todo tu comentario. Nadie te ha quitado ni una coma de lo que escribiste. Tus palabras quedarán para siempre en este blog. Sólo hubo otra opinión en contra de la tuya. No digas que aquí hay censura.
La censura es eliminación de una palabra, frase o de todo lo que uno antes a escrito, para que no quede publicado. Me gustaría que comprobases si ésto te ha ocurrido en tu comentario.

Bueno ya he dicho bastante por hoy.
Gracias otra vez a los amiguetes del blog por dejarme este espacio.

domingo, 13 de julio de 2008

La ciudad más bonita

Había decidido salir a la calle a pasear. Hoy hacía un buen día y el sol brillaba con fuerza. Siempre había creído que Barcelona era la ciudad más bonita que había visto nunca, gris y nostálgica. También era la única porque no había viajado nunca fuera de la ciudad condal. Era la ciudad que lo había visto crecer y le gustaría que todo el mundo la viese con los mismos ojos que él la percibía.

Cuando llegó a la plaza de Cataluña, se paró en medio de un ejército de palomas que mendigaban y miró a su alrededor. Sabía que aquel punto era estratégico para hacer saber al mundo, a sus habitantes, que su ciudad era la más bonita y maravillosa que había existido nunca. Miró su reloj. Sabía que aquélla era la hora de más ebullición del día. El centro de la ciudad estaba lleno de gente, y todos le podrían escuchar. Por fin había llegado el momento. Se puso la mano en el bolsillo y sacó una pistola. Apuntó a una señora bajita con su carrito de la compra. Pasaba por su lado cuando la bala le atravesó el cráneo y cayó al suelo como un saco de harina caído de un segundo piso. El ruido estrepitoso y seco de aquella arma hizo que la gente de la plaza se agachase rápidamente y se girase, sorprendida y aterrada, hacia ese estruendo horroroso. La mujer quedó tendida en el suelo envuelta de un charco de sangre creciente, que se ensanchaba a gran velocidad. El líquido rojo derramado manchó las bambas de marca que hoy calzaba nuestro protagonista. El carrito volcado se despidió de las latas de cerveza que llevaba en su interior viendo como huían dando vueltas y se desperdigaban a lo largo de la plaza. Las palomas habían decidido que ése no era un lugar seguro y habían desaparecido todas. La gente chillaba y corría hacia todas las direcciones, empujándose y cayendo al suelo atrapada por un clima de pánico monstruoso hijo de aquel disparo.

Sintió como le hervía la sangre por sus venas. Se encontró cómodo en una situación que sospechaba que ya había vivido antes. Era una sensación agradable. Se acercó a los coches que huían e intentaban escapar dejando atrás la plaza y paró uno. El coche obedeció. El conductor, aterrado, tembloroso, no sabía como reaccionar. No llegó a oír lo que le decía pero supo que lo mejor era salir del vehículo. Alzó los brazos y vio como nuestro protagonista se introducía dentro de su auto y cerraba la puerta. Se sintió observado desde el asiento del conductor. Sonrió, y notó como le reventaba la cabeza de un inesperado disparo en la frente. Nuestro protagonista se escapó a través de la ciudad a todo gas.


Sabía que hoy era un día muy transitado. Los coches con los que se cruzaba zigzagueaban intentando sortearlo hasta chocar contra edificios, árboles o incluso atropellando los transeúntes que observaban la fuga atónitos. Se sintió vivo. Cuando llegó a su destino bajó del coche y respiró. Escuchaba de lejos las ambulancias y la policía que ya llegaban cerca de donde estaba. Entró en un portal y subió hasta el segundo piso. Abrió la puerta después de dar un par de vueltas con una llave que tenía guardada en el bolsillo. En el interior sus padres veían una película. Lo saludaron sin prestar atención y él se acercó sigilosamente al salón. Mientras miraban el televisor, volvió a sacar el revólver y lo descargó en su padre hasta que quedó esparcido a trozos en el sofá. El grito de su madre no duró mucho. Las últimas balas de la munición se terminaron en el interior de su garganta.


El comedor y el sofá estaban llenos de sangre. Las sirenas se oían al otro lado de la ventana. Había podido comprobar que todo aquello que había visto en películas americanas no tenía nada que ver con la experiencia vivida aquella mañana. Por eso se había comprado el último videojuego de moda. Estaba ambientado en Barcelona, la ciudad más bonita, maravillosa y excitante que había respirado nunca. Por fin, creía, que Barcelona estaba a la altura de las grandes ciudades donde los protagonistas de los videojuegos huyen, roban, asesinan y delinquen sin remordimientos. The Wheelman (así es como se titula el videojuego) le ha enseñado que esta ciudad no es peor que otras ciudades.

Escrito por Andreu Pérez Pons