HISTORIAS DE NUESTRA GENERACIÓN

jueves, 6 de marzo de 2008

Propósito 3: No sonreír por la calle

Propósito 3. Voy caminando por la calle y noto su presencia. Esperan a que haya un contacto visual entre los dos para abalanzarse hacia ti y ¡zas! Estamos perdidos. Me refiero a aquella especie tan molesta de personas que nos encontramos por la calle con carpetas en la mano intentando captarnos para hacernos encuestas o vendernos cualquier producto o marca. Los más conocidos son los que representan ONGs o asociaciones benéficas. Seguro que todos los conocemos.

Me sigue sorprendiendo la cantidad de gente que aún cae en sus garras y se deja unos minutos valiosos de su tiempo en algo que no se van a involucrar. Conocemos a alguien que ha caído y se ha subscrito al Círculo de Lectores por su oferta inicial, y luego se ha acabado dando de baja por no seguir pagando. O también a aquel quien se ha emocionado con la historia de no se qué ONG y ha empezado a contribuir con ciertas donaciones.

Estamos en un punto que nos inundan con publicidad por todas partes y estamos hartos de que nos invadan nuestro espacio vital constantemente para hacernos llegar inmejorables ofertas o regalos fantásticos (eso sí, siempre que acabes pagando una colección inacabable). Se ha acabado nuestra paciencia y no queremos que nos interrumpan por la calle. Por eso, desde mi humilde lista de propósitos, propongo que aquellos que, como yo, están hartos de tener que cambiar de acera cuando ven a vendedores ambulantes en la calle, provoquen una cara de mala leche, de desinterés total y de enfado, si es posible frente a ellos. Que no exista la sonrisa en nuestras caras puede ayudarnos a que los buitres comerciales de la calle decidan que no somos buenos receptores de sus punzantes mensajes.

Se ha caducado la fórmula de abordarnos por la calle y deberán saber buscar nuevas fórmulas para captar nuestra atención. Pero lo interesante será que sepan encontrar la forma de despertar nuestro interés pero que no nos sintamos violados como hoy nos hacen sentir. Mientras tanto, como seguirán existiendo en cada esquina y en cada salida del metro, propongo hacerles mala cara y saber decir un falso: “No tengo tiempo” o “No me interesa” sin saber de qué se trata.


Escrito por Andreu Pérez Pons

3 comentarios:

Silvia dijo...

Estoy de acuerdo en que nos "atracan" a cada momento. Pero no hay que olvidar las llamadas de teléfono que invaden nuestra intimidad. Entran en nuestras casas sin permiso con números ocultos, mientras ellos conocen todos tus datos antes de marcarte. Me parece infame. ¿Dónde podremos reclamar? Los 900, 902, etc. son otra pantomima.

boticcario dijo...

Jaajaajaa

Me has recordado que una vez, con 19 años, mi hermana y yo estuvimos una tarde trabajando de vendedores de la calle.

Nuestra misión era coger a alguien y con buenas palabras, introducirlas en un autobus para venderles una enciclopedia.

Fui incapaz de abordar a nadie en serio. Sin embargo una mujer se dejó convencer y se metió en el autobus. Allí eramos controlados por un supervisor, que recalcaba las ventajas del producto. En un momento dado, el hombre se despistó y aproveché para decirle a la señora "si yo fuese usted no lo compraría". Por supuesto me hizo caso.

Mi hermana sin embargo vendió una. Luego estuvo una semana con remordimientos.

Lo mejor de la experiencia, es que aprendí a no dejar que me abordasen por la calle

Los Caballos de Troya dijo...

Yo fui uno de esos que después de veinte minutos con el comercial, me hice socio del Círculo de Lectores. No pude evitarlo, tres libros por el precio de 21,50€. Utilizaron un buen cebo.
Después de seis meses ya no quise saber nada más de ellos. Yo compro los libros cuando me apetecen y no cuando me lo exigen.

Saludos
Alfonso