HISTORIAS DE NUESTRA GENERACIÓN

domingo, 30 de diciembre de 2007

Un vaso de té caliente entre sus manos


Debió de ser la lluvia de aquel día, la que me hizo entrar en esa cafetería. No lo recuerdo muy bien pero quizá, llovía con demasiada intensidad y yo sin paraguas, como siempre, no me apetecía llegar a casa con la ropa mojada pegada al cuerpo.

En un primer momento no presté mucha atención al lugar. Me limité a ir directamente a la barra y pedir un café. Mientras el camarero me lo estaba haciendo, empecé a prestar atención al local. Era una cafetería de estilo modernista. Me recordaba a esas cafeterías que describían en sus novelas autores como Valle-Inclán, Cela o Pío Baroja.
Pero lo que más me llamó la atención, fue ver a esa chica, sentada en una mesa, mirando la lluvia a través de la cristalera, calentando sus manos en un vaso de té.

Me recordaba un cuadro de Edward Hopper.

En la vida tienes muchos momentos que los vives una vez y que te hubiese gustado que durasen eternamente.

Y yo tuve uno de esos momentos. Poder contemplar a una preciosidad de chica, estando con sus pensamientos, mirando como llovía fuera, teniendo un vaso de té entre sus manos.

Está claro que los momentos acaban y casi tenía la total seguridad de que a aquella chica, no la iba a volver a ver más. Por eso tomé la ardua decisión de acercarme a ella y hablarle.
Tenía que expresarle lo que había experimentado observándola. Estaba seguro que si me quedaba con ella hablando, que si podía estar unos minutos sentado a su lado, disfrutaría mucho de su compañía.
Hay veces que por sólo mirar a una persona, sin antes hablar con ella, sabes perfectamente que vas a congeniar muy bien.

Pero las cosas nunca salen como uno imagina….

Me dijo que se sentía halagada por que yo me hubiese fijado en ella, pero quería estar sola. No quería que nadie la acompañase. Me contó que una vez a la semana, venía a esa cafetería a sentarse a esa mesa, para recordar a su novio. En ese lugar se conocieron y allí es donde tuvieron los mejores momentos entre ellos. Pero un día su novio murió repentinamente por que él decidió entregar su vida a cambio de la de ella, por que ella estuvo a punto de morir por un accidente de tráfico.

Yo, no pude más que decirle:
“Viéndote, yo también hubiera entregado mi vida por ti”

Pagué el café y me fui.

De vez en cuando, vuelvo a pasar por delante de esa cafetería y miro a través de los cristales por si veo otra vez a esa chica o a otra pareja, teniendo su momento; un momento, como por ejemplo, el de cogerse de la mano, acariciándose los dedos de cada uno, mirándose a los ojos, besándose, decirse por ejemplo un te quiero…….

Escrito por el de Barcelona

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El primo de Barcelona tiene una vertiente creativa muy buena. Esta breve historia mezcla con perspicacia conceptos culturales, como la imagen que se crea en un bar comparándola con Edward Hopper, y las emociones contradictorias de la conexión química con una persona y de la pérdida de un ser amado. Me gusta como enlaza este fragmento con el anterior publicado: Una historia de dos. Enhorabuena Alfonso! Sabes enfocar muy bien pequeñas historias con almas muy presentes. Eso es lo que necesitan muchas historias que leemos hoy en día, que nos digan tanto con pocas palabras.

Si me gustó la primera, esta segunda se ha superado. Buenas ideas son las que animan historias como la tuya. Feliz y próspero año nuevo!

Noa dijo...

Preciosa historia.
Atendiendo al mensaje que dejásteis en nuestro Blog, he leído esta historia, tierna y conmovedora.
>Un abrazo
Noa